Los dilemas del diseño en la era de la visualidad y la abundancia de estímulos. La paradoja de lo invisible en el buen diseño.
«Un buen diseño, en realidad, es difícil que se haga notar más que un mal diseño, en parte porque los buenos diseños se ajustan tan bien a nuestras necesidades que los convierte en invisibles»
Donald Norman
Centrar el diseño en las personas requiere abordar la paradoja que el gran pensador del diseño de la experiencia de usuario Donald Norman, reflexiona en la imagen anterior. El abordaje implica saber de antemano que los signos de los tiempos que corren, homogeneizan y validan como buen diseño aquello que no lo es y crea una falsa experiencia en relación al diseño en donde la tecnología y a veces la complejidad añadida que ésta puede traer, deja de lado al usuario sumando aún más complejidad. Menos es más no es solo una gran frase del arquitecto Mies Van der Rohe, es una de las funciones o mandatos del buen diseño y no importa cuando se lea esto.
Cuando Donald Norman escribió el libro La psicología de los objetos cotidianos en 1988, centró su experiencia y desarrollo conceptual en el diseño de objetos cotidiano desde la ciencia cognitiva y de la computación, pero hoy se aplica más allá de esos campos del conocimiento. Nadie quiere lidiar en como abrir una lata de tomates o navegar un sitio web, la economía de la atención y la sobreabundancia que trae a asociada a nivel informativo hacen que la atención del usuario sea un valor escaso por el que hay que competir. La atención es motivada por el interés sobre un contenido y enmarcada por un contexto en donde el momento, la situación y el lugar hacen a como se recibe y asimila ese contenido. Todos sabemos que ante la falta de relevancia de la información o del contenido es muy fácil sustituirlos de manera rápida por cualquiera que sí lo sea. Solo basta hacer click. Por eso no alcanza solo con lo bello sino que además debe ser fácil de entender y simple de usar y si se logra esta fusión el diseño se hace invisible porque conecta con las necesidades del usuario y aparece la paradoja del buen diseño: «Un buen diseño en realidad es difícil que se haga notar más que un mal diseño, en parte porque los buenos diseños se ajustan tan bien a nuestras necesidades que los convierte en invisibles».
