La industria en su totalidad vive momentos de cambio por la irrupción de la Inteligencia Artificial y su nuevo modelo de chat interactivo GPT3. A su vez estos cambios producen nuevas formas de entender nuestros objetos de consumo. Como productores de contenido, estamos inmersos en esta volatilidad y adaptarnos es una obligación casi constante.
Con motivo de una nueva edición de la Feria del Libro en Argentina me pregunto, ¿Habrá una nueva forma de crear historias? ¿Hasta dónde pueden llegar los cambios en, por ejemplo, el libro? ¿Será que los productores de contenido tendrán que reconfigurar el proceso creativo?
Una charla con el creador del proyecto 451
Daniel Benchimol, creador del proyecto 451, dejó algunos conceptos interesantes en su charla sobre Inteligencia Artificial y el futuro de la industria dentro de la feria. En primer lugar, ChatGPT es poseedor de una autonomía absoluta en su funcionamiento aunque solo puede reproducir nuestro contenido hablado en forma de repetición por algoritmos, lo que quiere decir que es un mero reproductor de lo que ya está dado inicialmente. Si bien su capacidad creativa es relativa, su capacidad operativa hace a una masificación de su uso en variadas disciplinas.
En lo que respecta al libro, la forma en la que creamos historias dio un paso más allá en su revolución. Con un poco de contexto en lo que refiere al texto (forma, estructura, organización, temáticas) el bot puede reproducir el contenido a pedido. Es capaz de crear un mundo, diálogos y escenas para una ficción. Lo que no puede es crearlo de cero, sin ninguna indicación, es decir sin el componente humano que lo guíe y desarrolle una pregunta a ser respondida por su matriz de datos. Entonces, ¿Será Chatgpt3 una herramienta a utilizar para maximizar ideas dentro de nuestra historia?
Dilemas de reproducción
«Al final todo ese conocimiento que la inteligencia artificial produzca estará vinculado al conocimiento acumulado de los seres humanos.« Lo que quiere decir a su vez que si nosotros por ejemplo le pedimos al bot que cree un contenido al «estilo Cortázar» para una historia, reproducirá ese contenido en base a la evidencia empírica humana de un contenido previo ya escrito por el propio Julio Cortázar. No necesariamente igual, ni necesariamente con las pinceladas cortazareánas, pero sí respetando su forma, estructura y herramientas de la lengua. Aquí es en dónde encontramos otro problema, tal vez moral, que responde a la propiedad intelectual con derecho de los contenidos. Aunque no podamos acercarnos (tal vez remotamente sí) a un contenido igual al ya producido, se utiliza primero un análisis de una obra que responde a un objeto ya masificado y protegido por la ley. Es una reproducción técnica del contenido en base a información proporcionada a un bot.
En otras disciplinas, por ejemplo el cine, su uso vive una magnificación mucho más asentada en el mercado. Sí, ya existen plataformas que crean cortos animados hechos por Inteligencia Artificial en su totalidad. Es decir que el producto terminado y llevado a la pantalla tiene menos interacción humana aún que en la literatura. Además ya tiene un festival listo para reproducirlas. ¿Se perderá el componente humano en este caso? Es difícil saberlo a ciencia cierta, lo que deberíamos hacer los productores de contenido es adaptarnos a la herramienta y utilizarla en pos de mejorar nuestro producto. Si la autonomía en la creación es solo del bot habrá un componente faltante, en todas las disciplinas.
Tenemos que aprender a cambiar nuestra forma de crear contenidos a medida que las herramientas tecnológicas van abriéndose paso en nuestro mundo. Como lo fue el libro digital, la IA no hará más que reforzar el componente humano en cuestiones de creatividad y capacidad imaginativa que excede por lejos las posibilidades que encuentran las nuevas inteligencias. Combinando memoria, velocidad y reproducción, éstas pueden ser el comienzo de un nuevo proceso revolucionario.