En una economía global basada cada vez más en el vínculo social / relacional vía redes y la búsqueda de emociones en la tan hablada experiencia de marca, la comunicación en general se enfrenta a varias barreras de entrada que hace décadas atrás no se tenían con tanta solidez: el bombardeo constante y la invasión diaria de múltiples mensajes, que no siempre son informativos perse- un mensaje por Whast App, por ejemplo- , han reducido el tiempo de atención y en este contexto se ha puesto en valor, altísimo, la frase de muéstramelo, no me lo digas. Aquella escasez de atención es la que nos lleva a este valor presente ante tanto bombardeo y posibilidades de distracción. La desconexión también empieza a batallar por ayudarnos con nuestro tiempo escaso ante el acceso sin límites a la información. Pero siempre el impulso por entender, por evolucionar y saber más, no nos detiene sino que, por el contrario, nos potencia hacia esa búsqueda.
Matt Kelly, fundador del diario británico y proeuropeo The New European, lanzado después de la votación por el Brexit en el Reino Unido, deja en claro por donde pasa uno de los tantos ejes que puede tener la innovación en el soporte papel y el valor del tiempo: «Todavía es posible innovar en la gráfica. Pasé la mayor parte de mi carrera ayudando a empresas antiguas a alcanzar su potencial en el formato digital. Pero creo que el medio gráfico todavía es poderoso. Puede generar compromiso en muchas otras plataformas y tiene una fuerte sensación de valor concreto. Somos rentables porque tuvimos la confianza para fijar un precio relativamente alto, pues lo esencial no es el precio, sino si el lector tiene tiempo para leerlo».
El éxito o fracaso de una publicación o producto editorial no siempre es por un solo factor, por más que enfocarse en una audiencia o nicho es una variable que tiene un peso específico muy importante. A veces, como en el caso del semanario The New European, se conjugan varios aspectos entre otros para que una edición impresa en el 2017 tenga éxito:
(a) The New European representa un consenso o la idea política de una nada despreciable audiencia (el 48% de los ingleses no apoyó la salida de Reino Unido de Europa) que no encuentra eco o reflejo en el resto de la oferta periodística o al menos no en la medida que esas audiencias esperaban o necesitan
b) la pertinencia o el denominado «timming» para lanzarlo ocupando un espacio que tal vez no estaba vacío pero no tenía un liderazgo claro
(c) poder sumarse a esa demanda que tiene un alto componente político y emocional en el sentimiento de pertenencia de las nuevas audiencias
(d) el manejo de la escasez, forzada o provocada, en su contenido digital.
Se podrían sumar otras más como el precio, el tipo de público y el peso en la opinión pública que puede tener la publicación en este momento reflejando la mitad de un país hablándose a si misma. De todos modos, el paso del tiempo nos dirá sí la espuma efervescente del interés por el sentimiento a favor de Europa de ese 48% de la población en el Reino Unido decrece o se acrecienta y por ende la influencia social del semanario The New European le seguirá a la saga. Un medio que se enarbola o lidera o acompaña o refleja o se compromete con ese interés y demanda, deberá asumir riesgos dentro de muy poco ya que la eficiencia con que haga ese recorrido determinará su futuro. El tiempo no se detiene y la atención siempre termina siendo escasa.