En toda selección hay una inevitable exclusión. Siempre, menos es más. Esto permite enfocar las energías en las diferentes miradas que aportan valor. No importan las coincidencias; al contrario, el consenso aplana las ideas, eliminando la posibilidad de los matices que aporta la diversidad del pensamiento humano.
Se me ocurrió preguntarles a varios profesionales de diferentes países sobre su visión de la IA y el impacto en su trabajo diario. Con algunos de ellos tuve el inmenso privilegio y honor de trabajar en diversos proyectos editoriales. Fueron dos simples preguntas, iguales para todos, y que permiten reafirmar que cuando las ideas se comparten, se vuelven más poderosas. Cuando las visiones se complementan, nos permiten extender —diría al infinito— nuestro espíritu crítico, al igual que en el disenso.
«El proceso de trabajo se va modificando día con día y poco a poco, experimentando con las diferentes aplicaciones de IA que van surgiendo. Tenemos una política de primero comprender las funciones y evaluar dónde se pueden aplicar correctamente antes que caer en la idea de usar por usar la IA, tener claro cuándo vale usarlas y cuándo no».
«La IA surge como una herramienta más en la orquesta que llamamos diseño. Nos sirve para la búsqueda de información, la traducción de datos y el resumen de grandes volúmenes de documentos. Sin embargo, la imaginación, la concepción y la creatividad humanas se mantienen en la cima de la pirámide. No existe un resultado positivo (sea arte, montaje, gráficos, etc.) sin un prompt humano que dirija todo el proceso».
«La llegada de la inteligencia artificial ha supuesto una transformación sustancial en mis procesos de trabajo diario. El primer gran impacto ha sido el reemplazo de Google como principal herramienta de búsqueda: ahora las consultas son más rápidas, sencillas y estructuradas. El reconocimiento de voz elimina la necesidad de teclear; con un clic obtengo una respuesta precisa. Es, en esencia, un asistente personal permanente.
Filtrar información es mucho más sencillo: puedo pedir que la categorice y, muchas veces, me sorprende con perspectivas distintas a las que mis sesgos mentales del momento me permitirían ver. La IA no se ve afectada por el cansancio ni por la carga emocional; es fría y directa. Las tareas repetitivas se simplifican al máximo, y el análisis de tendencias o la explicación de conceptos nuevos: desde temas médicos hasta científicos y financieros.
La IA afina la creatividad, procesa datos y ofrece una segunda opinión sobre los asuntos que me inquietan. Es como tener 10 minutos con Steve Jobs para preguntarle lo que quieras: la calidad de lo que obtengas dependerá de la calidad de tus preguntas y de la capacidad de análisis para enriquecerte con sus respuestas y su visión. La IA exige que quien consulta tenga criterio y un conocimiento previo que le permita desbloquear respuestas a las que quizá no podía llegar solo.
Pero su mayor impacto va más allá de la productividad: al liberar tiempo de lo operativo, nos permite concentrarnos en lo que nos hace verdaderamente humanos: escuchar, conectar, inspirar. Es decir, despertar humanidad en los demás».
«En mi trabajo diario, la IA se volvió una herramienta clave. Me agiliza la búsqueda de información, la limpieza de datos en hojas de cálculo y el desarrollo de pequeñas piezas web con código. En Data la usamos para proyectos como análisis de emociones y gestos en videos, y para scrapear datos.
Como docente, la incorporé hace tiempo. Primero enseño las bases y luego cómo resolver con distintas herramientas agregando la IA. Es inevitable que los estudiantes recurran a ella, pero creo que deben saber preguntar sobre una base sólida. Por eso, me enfoqué en la educación basada en problemas, más que en la simple obtención de resultados».
«Pienso que si hay un aporte de valor en el uso de estas aplicaciones, pero antes tenemos que definir cómo queremos usarlas, buscar llevar a cabo buenas prácticas, sus regulaciones y tácticas de aplicación y donde está el valor agregado de su uso».
«Sí, ha aportado valor. Pero también ha traído varias cuestiones que deben ser debatidas por la sociedad, como por ejemplo el uso de la IA en la educación. Todavía estamos dando nuestros primeros pasos en este mundo, por lo que es más importante que nunca mantener los ojos bien abiertos y una actitud crítica ante lo que este Admirable Mundo Nuevo puede ofrecernos».
«El aporte ha sido claramente positivo. Para mí, ha incrementado la productividad, reduciendo el tiempo invertido en tareas operativas y permitiéndome concentrarme en lo esencial: planificación estratégica, creatividad y gestión de relaciones clave.
Ha estandarizado procesos, mejorado la coordinación y agilizado el acceso a información clave. Y para los usuarios finales, la comunicación es ahora más rápida, clara y personalizada; las soluciones están mejor alineadas a sus necesidades gracias al análisis de datos y herramientas predictivas.
En suma, la IA ha aportado eficiencia, calidad, innovación y capacidad de respuesta, convirtiéndose en un factor clave para la competitividad y sostenibilidad de los proyectos. Pero su valor más profundo es permitir que, al estar menos atrapados en lo mecánico, podamos dedicar más energía a lo humano».
«Viniendo de la “prehistoria” de diseñar todo a mano y luego vivir el gran cambio que trajeron primero poder diseñar en un ordenador y más tarde la llegada de Internet, siento que la IA es otro salto enorme para todos. En mi caso, trabajar en un entorno donde se combina la creatividad con la exigencia de entregar en tiempos cortos es una ventaja: me permite dedicar más tiempo a pensar y diseñar, aprender más rápido y explorar alternativas».
Si hay algo bueno en este debate es que es infinito y que, además, se va construyendo día a día con el hacer, con la prueba y el error. La velocidad de los acontecimientos, la avalancha incontenible que toda disrupción tecnológica pone en marcha y la vorágine que nos envuelve a su paso no deberían hacernos perder la perspectiva de que estamos en el centro de este proceso, cuya dimensión y profundidad es difícil de dimensionar hoy.
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