Texto con la colaboración de Lorenzo Fino
Las narrativas visuales se han convertido en parte intrínseca de nuestra cultura y parte indisoluble de la vida social y política en casi todo el mundo. Las audiencias parecen vivir dentro de los medios sociales y, por ende, las marcas y los productos forman parte de sus historias dentro de ese ecosistema. El storytelling es tal vez el mejor recurso de comunicación, persuasivo, potente y directo para explicar una historia o un hecho. Todo en este mundo de la comunicación, muta con la vorágine y velocidad del siglo XXI. Más aún en medio de la guerra desatada por Rusia con la invasión a Ucrania.
Las audiencias no son estáticas y al mismo tiempo se incorporan nuevas generaciones de jóvenes que adquieren cada vez más posibilidades narrativas. De Snapchat a Tik -Tok, sin escalas (sumado a las herramientas que tal vez vendrán para poder explicar una noticia o crear el contenido que a las audiencias les resulte relevante). Interpelar al mundo que los rodea, entenderlo, identificarse y colaborar entre pares o ir un paso mas allá de la primera oferta informativa, parecen ser algunos de los ejes que movilizan a estas audiencias. En este contexto la multiplicidad de recursos narrativos en función de la información o la noticia reinan en el universo digital. Un estudio realizado por el News Lab de la BBC explica que “las audiencias más jóvenes están interesadas en historias con un gran valor de servicio público, como los problemas relacionados con la salud mental y, al mismo tiempo, pueden estar menos interesadas en los formatos de textos tradicionales que muchas de estas historias tienen.”
Nuevos formatos para nuevas audiencias
Las audiencias se mueven, al igual que un pez en el agua, de un medio social a otro e incorporan con naturalidad (para lo bueno y para lo malo) las herramientas y posibilidades de expresión que se les ofrecen. Las audiencias están acostumbradas a recibir toda la comunicación por distintos canales y casi siempre al mismo tiempo. La multiplicidad de formatos narrativos trasciende a un solo soporte o medio. La historia crece con cada nueva posibilidad narrativa ya sea con un audio, un video o una infografía animada. Explicar la historia o la noticia requiere de un ejercicio riguroso de datos, contexto, fuentes y estilo periodístico que agregarán, por si fuera poco, un alto valor emocional.
Audiencias involucradas
Las audiencias reciben las noticias por distintas plataformas y es muy difícil que tengan hoy en día solo dos canales de información. Siempre que el tema les interese, buscan indagar un poco más allá de la primera fuente informativa por la cual les llegó la noticia. Aprovechar esta multiplicidad de recursos para incluir e involucrar a la audiencia es una estrategia de cobertura periodística que se impone por peso propio. En muchos casos los usuarios pueden además agregar valor a la historia ya sea con un aporte emocional o funcional a los hechos al incorporar un nuevo lenguaje o datos relevantes por su bagaje cultural individual, experiencia en un determinado tema o por estar en el lugar de los hechos viviendo la historia en vivo. Tal vez, la avalancha de datos en algún punto puede ser abrumadora y por momentos, inmanejable. La calidad de la información permite tener una perspectiva donde se pueda descartar el ruido de la sustancia. Aún con la proliferación intencionada de las denominadas noticias falsas, en muchos casos las audiencias pueden desmentir, con fotos, videos o audios, algunas noticias o incluso ayudar a detectar declaraciones falsas sin que se sobredimensione a los protagonistas antes que los hechos; estos no son modificables, son sagrados y al mismo tiempo, la historia se nutre desde diferentes puntos de vista que le van agregando valor y profundidad.
Tik Tok y algunos ejemplos de la invasión rusa y la guerra que provocó con Ucrania
Instagram y dos ejemplos de narrativas para mostrar historias en primera persona sobre la guerra de Rusia contra Ucrania y sobre la torura en la Repúblcia Democrática del Congo.