Junto con cada año que empieza, arranca una carrera sobre quién marca la tendencia tipográfica del momento y que, la mayoría de las veces, es un compendio de lugares comunes o que aportan muy poco por lo ya recontra visto y publicado en el infinito océano de la red de redes.
Desde que tengo memoria me gusta la tipografía. Nada de lo que ocurre con ella me es ajeno y como usuario de tipografía mucho más. De manera autodidacta y como una búsqueda personal de conocimiento (tal vez esta búsqueda siempre sea algo personal) me fui encontrando con una invaluable cantidad de información que absorbí con la misma fuerza que una esponja lo hace con el agua. Me encanta encontrar más que buscar.
Así encontré la increíble tradición mexicana de la tipografía, la inagotable magia experimental de la tipografía en la gráfica del movimiento tropicalista brasileño, de la riqueza y tradición de los pioneros tipógrafos argentinos y como todo esto se conectaba con toda la explosión del desarrollo tipográfico latino de principios de siglo XXI y que a la fecha aparenta ya estar consolidado, por suerte.
Tal vez en el fondo fue salir de la caja de las escuelas tipográficas ya conocidas del mundo anglosajón, francés o italiano e intentar entender nuestras conexiones con esos inicios. Si bien nada que haya ocurrido en el pasado indica algo sobre el futuro, ese hilo rojo invisible ya fue creado y sería absurdo intentar desentenderse de él.
Por eso creo que aportaré un solo concepto: cierra el computador y sigue tu instinto tipográfico, es mucho mejor ser inimitable que seguir cualquier otro camino.