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11 de agosto de 2025    Post #10341
Diseñar un libro sobre IA sin morir en el intento

Un repaso del diseño del libro de Mario García sobre inteligencia artificial: The Next Revolution In Content Creation

Y cuando desperté, este mail estaba ahí

Quizas usted nunca ha oído hablar de Augusto Monterroso, escritor hondureño, nacionalizado guatemalteco y autor del cuento más corto del mundo de habla hispana: Y cuando despertó, el dinosaurio estaba ahí. Hago un pequeño y respetuoso homenaje personal: él inspiró el inicio de este post. Aunque este texto no hace ningún honor a la brevedad, le seré muy sincero.

Luego de leer el e-mail de Mario, la adrenalina comenzó a correr por las venas. Competir por hacer lo que a uno le gusta (al menos para mí) es una sensación hermosa. Se gana y, si no se puede, se aprende. Las ideas empezaron a brotar en formato cataratas del Iguazú: incontenibles, igual que una buena canción de rock. No era cualquier libro: era un libro de Mario García, con quien trabajo desde hace más de 26 años diseñando y creando proyectos juntos, pero con la salvedad de que ahora él “era el cliente” y yo quedaba de este lado del mostrador como “diseñador”. Además, era un libro sobre IA (bueno, usted trate de mirarlo con los ojos de 2023 y no con los ojos de los dos siglos que pasaron hasta este fugaz 2025). A todas luces, era ganar por todos lados: diseñar y comenzar a sumergirme en las entrañas del monstruo/dinosaurio que, en ese momento, empezaba a estar ahí, como el del cuento de Monterroso. Leer, diseñar y estudiar/aprehender en un solo acto: placer en estado puro.

Esa adrenalina me llevó a tomar algunas decisiones importantes antes de agarrar el lápiz. Puedo, si usted me lo permite, jactarme de no haber dudado en lo que debía hacer y de haber dejado que el impulso vital de la vida me llevara de la mano:

  1. Hay trenes que pasan una sola vez en la vida. Decidí pausar un cuatrimestre mi dictado de clases de diseño editorial en la universidad (tautología en estado puro). Me propuse estudiar qué nos traía esta nueva —¿herramienta, tecnología?—, ¿cómo definirla en el 2023? Y había que leer todo lo que Mario había investigado: cuatro largos manuscritos en inglés hasta llegar al definitivo. Aquí, el riesgo mayor e irrecuperable era no hacer todo esto. Más aún al descubrir que hace más de 40 años que usamos IA, solo que ahora lo decimos a coro, en voz alta, y el monstruo es una realidad concreta.
  2. No quería, ni debía, ni permitiría que fuera un libro más. Aunque usted no lo sepa, además de diseño estudié música; batería, para ser más preciso. Es evidente que, como baterista, tal vez era un buen diseñador, pero esa otra melodía. El punto es que pensé el diseño del libro como si fuera un disco. No una canción, sino un disco completo. De esos que se editaban en los años 70 de la denominada música progresiva inglesa: tu madre te mandaba a comprar el pan, volvías 20 minutos después y seguía sonando la canción.
  3. Siempre hay que trabajar en equipo; al diseñar un libro, ni le cuento. Así que había que estar mentalizado en que varios ojos se posarían sobre el diseño. Siempre ha sido así, lo sé, pero esta vez era una exigencia mayor. Imagínese: el autor estaría mirando cada línea, cada imagen y cada detalle; el Editor Asociado de gran calidad, Steve Dorsey y que resultó, a la distancia, un gran compañero de trabajo: atento a los detalles y a darle una vuelta más a todo lo que se ponía en página; el Publisher Thane&Prose que nos dejó con absoluta libertad de creación —¿qué más pedir?—; y el Editor editorial Christian Shagraw y la Editora Pauline Aguilera, que acompañaron todo el proceso con mucha dedicación. No siempre muchas manos en un plato hacen muchos garabatos cuando el nivel profesional es de exigencia y compromiso, y todo a la efímera distancia de un mensaje por e-mail o WhatsApp.

Compartir la experiencia profesional, si bien intransferible en términos reales, estoy convencido de que siempre se logra que algo se asimile, permitiéndoles a otros nutrirse y enriquecer el universo del diseño. Bueno, es una sincera aspiración muy alejada de cualquier jactancia. Resumo algunos puntos importantes del proceso, ya que el tiempo de atención es tirano, y no solo en la televisión.

La portada y el momento cumbre

Lo primero que ve el lector es la portada del libro. No sé si ahí se juega todo, pero ese primer contacto visual genera un gran impacto. Esos segundos, para mí, son vitales: es el momento cumbre. Hacer una pregunta –en este caso al autor– puede disparar múltiples caminos inesperados y es inevitable hacerla: ¿Cómo imaginas la portada de tu libro, Mario? El silencio que hay entre el segundo que tarda en enviarse por e-mail y la espera inquieta de la respuesta, puede ser algo cercano a la eternidad. Mientras llegaba y luego de mirar portadas y más portadas de diversas ediciones de libros o revistas (tengan o no relación con la IA), centré la idea en tres conceptos: (1) impacto, (2) simpleza y (3) uso del color.

Además, tenía claro que no quería usar una imagen en la portada. No sé la razón, pero estaba convencido de ello. Tal vez me parecía redundante. De todos modos, siempre es bueno mantener el foco: ayuda a potenciar y aprovechar mejor la energía creativa, a destilar lo que se quiere obtener. Cada uno tiene sus búsquedas y caminos. Luego de seleccionar algunas portadas que, por alguna razón, me habían gustado o llamado la atención, hice un «mosaico» de portadas (algunos hoy lo llaman moodboard, prefiero usar mi propio lenguaje) y fui explorando otros universos. Luego cerré la computadora y dejé que mi mente encontrara las ideas.

Mosaico de portadas de referencia

Y llegó la respuesta de Mario: «Me encanta el estilo de estas portadas del gran Massimo Vignelli«. Bueno, pensé… pero… «¡¿Cómo pude olvidarme de Vignelli?!». Luego respiré, no sé si aliviado. Esa era la vara, esa era la referencia del autor y su deseo. De todos modos, había algo coincidente: no había imágenes en las portadas, solo tipografía y color. Volví a respirar, sigo sin saber si aliviado o no.

Si no te «autopercibes» diseñador gráfico, UX/UI o de la tribu que más te guste, uno sabe que siempre se debe escuchar al cliente, al usuario. Esa es nuestra praxis más importante, antes de que tus deseos o ideas choquen con las de tu cliente/usuario. Primero uno escucha, pregunta, investiga y luego diseña. No seré muy creativo con lo que diré: el diseño no es para ti, ni tú eres el usuario/lector. Así que, el autor habló, pues manos a la obra.

Referencias enviadas por Mario

Portadas de referencias

Boceto

Boceto mañanero luego de varias ideas descartadas

Prueba descartada

Prueba con imagen de fondo y con uso del color predominante

Final

Tapa definitiva sin imágenes y con el golpe visual buscado

Enfocando las tipologías narrativas

Este libro tiene varios «carriles» de lectura diferentes, es decir, no es solo una narrativa central. Por el contrario, además del texto central, tiene el agregado de los textos de Chat GPT y los prompts usados (que no se podían editar ni modificar una coma), frases de varios tamaños, textos adicionales de otros expertos en IA (AI Players, que tampoco se podían modificar o editar), consejos del autor (AI Tips, Pro Tips y AI Nuggets), categorías de títulos y subtítulos, capítulos con subsecciones, punteos y subcategorías de títulos. Una estructura de contenido que podía –en apariencia– resultar compleja, debía ser simple en la selección y aplicación de la tipografía (Roboto Serif y Supreme San Serif funcionaron muy bien para esto) y el color; solo cuatro en el interior: negro, rojo, gris y blanco (el del papel).

Sí, decidí usar textos sin justificar y alineados a la izquierda. No fue por una cuestión de fundamentalismo anti texto justificado a nivel línea Talibán; no su señoría. Fue por aquello de que no es un libro más: al comparar manchas de textos en legibilidad, narrativas y estructura general, la lectura fluía mejor, la relación con el contenido parecía más adecuada y cortar palabras en inglés es complejo, ya que el corte de palabras se basa en la pronunciación y en la estructura de sílabas. Al alinear los textos a la izquierda, si bien el libro podía tener más páginas y esto podía resultar antieconómico, el recorrido de lectura era mejor con esta alineación. Ahora sí, venid de a miles. No vale insultar.

Aquí una pequeña muestra de los detalles tipográficos

Aperturas de capítulos y subsecciones

Algunas páginas internas con diferentes narrativas

Frases y apertura de subsección especial

Houston, I have a problem ¿Y qué hacemos con las imágenes, Mario?

Aunque la portada no tenía imagen, el interior sí tendría, y no solo eso, sino que la gama de colores acotada en el diseño tenía que seguir en las ilustraciones con el agregado del amarillo que sí estaba en la portada. Pero había un detalle que rumiábamos sin abrir la boca: es un libro sobre inteligencia artificial, no tenemos imágenes, rechazamos dos portafolios de ilustración y el tiempo corre. Tic-tac-tic-tac. Mario estaba experimentando con Midjourney y comenzó a generar una serie de imágenes con sus prompts, muy unidos al texto de los capítulos, y logró darle la personalidad que ese texto necesitaba.

Collage de imágenes del interior del libro

Todo concluye al fin

Hasta este post. El proceso de este libro pasó por varios momentos de incertidumbre, con la sensación —siempre presente— de que todo podía cambiar de un momento a otro. La ventaja de hacerlo de punta a punta, es decir, diseñando, maquetando y ayudando en la edición, es un ejercicio cuyo valor hoy es incalculable. Poder tener el control de los detalles e ir siguiendo la cadencia de la lectura de cada capítulo fue una travesía que valió la pena. La convicción en tus ideas no debe hacerte perder de vista que tienes el privilegio de diseñar un traje a medida para otro y que es necesario estar consciente de que respetar las voces de aquellos que saben más que tú —en miles de detalles que no dominas— es una forma de aprender, avanzar y mejorar, sabiendo que es más lo que no sabemos, que aquello que sabemos.

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