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9 de septiembre de 2016    Post #1124
No fue hoy, fue hace tiempo

Sincrodestino digital, una evidente e imparable conexión entre cambios disruptivos. Hiperconexión y “nomalidad” fusionadas. El cuerpo es el medio. Vida digitalizada. Cordón umbilical invisible imposible de cortar. ¿Somos, nos convertimos o regresamos a ser nómadas?. Como más te guste. Con lo bueno o malo que ello implica. Vivimos en estado inalámbrico. La red de redes […]

Sincrodestino digital, una evidente e imparable conexión entre cambios disruptivos. Hiperconexión y “nomalidad” fusionadas. El cuerpo es el medio. Vida digitalizada. Cordón umbilical invisible imposible de cortar.


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¿Somos, nos convertimos o regresamos a ser nómadas?. Como más te guste. Con lo bueno o malo que ello implica. Vivimos en estado inalámbrico. La red de redes en cierto punto la podemos pensar como una extensión nada natural de nuestra existencia. Vivimos enredados. Identidades públicas diluidas. Mejor pensar que estamos enredados, por que decir conectados tiene un aspecto perturbador: suena muy próximo a condenados a ser digital (dudo de las supersticiones futurísticas precisas, pero a Nicholas Negroponte y su libro Being Digital, tal vez habría que darle algún crédito. Ojo, escribí habría, no que hay que hacerlo). Volviendo a lo digital y dejando las supersticiones de lado, a veces el futuro no es un espacio tiempo de un posible devenir brumoso. Casi siempre es un aquí y ahora. Aún en bocetos que nunca salen a la luz o incluso en aquellos que fracasan esta presente esta dimensión del tiempo. Altavista fue el primer buscador algo rústico y masivo de la red. Hoy Google es una especie de metafísica algorítmica dominante del que tenemos que preocuparnos más por aquello que aún no sabe de nosotros que por lo que ya sabe. Después de todo esto es, en parte y en muchas otras cosas, la innovación: crear futuro ahora, que las cosas pasen hoy mientras impactan en el mañana.

La película Margin Call puede ser vista como el inicio del colapso de la crisis financiera del 2008 con la quiebra de Lehman Brothers o puede verse como un compendio estereotipado de la avaricia y del pánico. Ambas pueden ser válidas y en todo caso partes de una misma mirada. La película transcurre en las oficinas donde trabajan los protagonistas, es casi el único decorado. El tiempo la película que transcurre es en realidad un sólo día o noche antes del colapso que producirán las ventas masivas de activos financieros apalancados sin respaldo acorde a las posiciones a su vez sin respaldo. (¿Argentina 2001, Grecia 2011, España 2012 o Chipre 2013 y seguirán las firmas? ….).

Tal vez lo mejor de la película está en un diálogo muy breve. El dueño del banco pregunta al técnico financiero que descubrió, que ops, están parados sobre la nada misma, qué tiempo tienen para empezar a liquidar los activos y tal vez evitar la quiebra. La respuesta es terminal. Letal. Pero de algún modo describe lo que ocurre casi siempre en los mercados de inversión y, me atrevó a decir, en algunas dinámicas de la comunicación en general. «Bueno, en realidad no existe ese tiempo. Todo esto ocurrió hace quince días pero el mercado no se dio cuanta aún» dice el frío analista del banco puesto en el papel de descubridor nocturno del inicio de aquél big bang financiero. Las cosas que pasan ahora, no empezaron hoy ni mucho menos ayer.

Y no es que los medios tradicionales se quedaron sin noticias. Es que Twitter las coaguló en el tiempo real. No es que somos nómadas. Es que el colapso de tránsito de las ciudades y la masificación de las redes inalámbricas y ahora de las bicicletas, nos hicieron andar y vaya que recupero de tiempo!!!!! Eso de pasarte 45 minutos a la ida y a la vuelta en un atasco, y con suerte, no tiene productividad alguna. No es por qué pagar o no por contenidos en línea. La pregunta sería ¿Hay que pagar por ESOS contenidos? No es que las audiencias no tienen tiempo. Es que lo usan en otras cosas. En muchas otras cosas y muy importantes. No es que no se quieren textos cortos o largos. Es que quieren calidad. No es que no interesa la publicidad en línea. Es que no quieren que los invadan y es que el control del contenido lo tienen las audiencias. Y no es que esto está pasando ahora, sino que pasó hace muchos años atrás.

No es que Facebook es móvil. En realidad se hizo hace rato, desde que concectaste tu cuenta de la red social más popular a tu celular y te llevaste en la palma de tu mano a todas tus conexiones digitales reales o ganadas a fuerza de la moda que impulsó la socialización de la amistad desinfectada y a distancia. Tu privacidad se hizo pública. El cambio es desigual y perdimos todos en el intercambio. Pero no es de ahora. Sino desde que sacaste tu cuenta de correo electrónico. Y no es que los medios hiperlocales y personalizados ahora estén ganando terreno. Sino que empezó el día en que Apple logró masificar la computadora personal, simplificando al máximo la autoedición. No fue hoy, fue hace tiempo.


 

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