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19 de febrero de 2013    Post #1089
Ese activo llamado credibilidad

Y ese fuego llamado pasión por contar o hacer es lo que puede salvar a cualquier profesión de una crisis como por la que atraviesa el periodismo y los medios de comunicación y donde por ejemplo en España, ya hay mediciones que le ponen números al temporal. (Antes que nada, si no le interesa mi […]

Y ese fuego llamado pasión por contar o hacer es lo que puede salvar a cualquier profesión de una crisis como por la que atraviesa el periodismo y los medios de comunicación y donde por ejemplo en España, ya hay mediciones que le ponen números al temporal.


(Antes que nada, si no le interesa mi texto, y está en todo su derecho que no le interese, al menos no se pierda el vídeo que está al final, vale la pena).

Y si, ya se dijo muchas veces. Pero parece que hay que repetirlo. Tal vez la era industrial y su lógica de la replicabilidad sea un lastre que, en esta era post industrial y de la comunicación horizontal, tenga todavía un peso específico mayor al que uno le da. Pues entonces, repitamos: la credibilidad de un medio (sobre todo impreso) es el principal activo (intangible, de allí su mayor valor y por ende estratégico) que un medio de comunicación puede y debe preservar en el tiempo. Sin rotativa pero con credibildiad un diario impreso sale adelante y puede mutar al soporte que sea. La ecuación no funciona a la inversa y en forma lineal y no tiene que ver con el nivel de ventas ni de ejemplares ni de publicidad que, en este caso, tenga un diario.

Pero -si, siempre hay un pero- cabe preguntarse: ¿La credibildiad es del medio en sí mismo o es un acto de confianza de las audiencias hacia el medio y sobre todo hacia el peroiodista?, ¿Es un medio creíble por el sólo hecho de ser medio o es una construcción basada en la honestidad y transparencia intelectual y editorial de sus periodistas y que ese otro, llamado audiencia, «premia» con su entrega en cusodia de lo que denominamos credibilidad?, y siendo aún más revulsivos, ¿Quién es el «dueño» de la credibilidad, el que la ofrece o el que la demanda?, ¿Alguién puede arrogarse esa cualidad de «dueño»? y si la credibilidad es un patrimonio de las audiencias -en realidad estoy convencido de que esto es así- significa que, ante la más mínima falta a ese pacto o contrato nunca firmado con las audiencias y basado en la transparencia y honestidad intelectual, éstas, las audiencias en tanto propietarias de la credibilidad, la quitan y sin más miramientos. Y esta rentabildiad social acumulada se esfuma más rápido que tarde. No importa cuanto tiempo (dinero, inversión o como usted lo quiera llamar) haya demandado construir ese halo de creditos y fidelidad a un producto editorial. En un segundo se pierden años y millones.

Y aquí un punto importante: la credibilidad es una construcción en el tiempo. Al igual que una marca cuyo significado simbólico, obejtivo, subjetivo, da igual, se va cargando de sentido con el paso de los años, la credibilidad se construye ladrillo a ladrillo, segundo a segundo. A fuego lento. En el caso de la credibilidad de los medios tiene mucho que ver con el arte de explicar y la calidad con que se explican los acontecimientos en un contexto en el cual casi la mayoría de los medios o de las informaciones que se publican están bajo sospecha ya se por errores no forzados de los medios, otros autoinfligidos por la rápidez voraz en la cual hoy se distribuye, publica y consume información, en donde el gato pasa por libre y la liebre por elefante y más si hay una fuerte crisis económica que borra algunos límites éticos entre el negocio, lo comercial y lo periodístico o si existe una lucha política en donde las miradas ideológicas se anteponen sin más matiz por sobre la información real y concreta en  Latinoamérica para no ir muy lejos.

En todo caso, lo preocupante es que cuesta, y cada vez más, que la información de calidad, el criterio profesional y la buena praxis periodística se impongan a la propaganda, la desinformación, la manipulación grotezca, la mentira y los intereses informativos intencionados y comerciales o políticos detrás de las noticias y que para colmo de males entre tantos, el monofuentismo (ahora en la variante anónima) sigue horadando la calidad de la información que se consume. En la calidad de la información, se puede medir la calidad de la democracia, término que no termina ni empieza sólo en lo político y en el acto de votar cada cierto tiempo. Si la credibilidad no se cuida entanto activo en medio de una crisis y como dicen los Indios de la India: lo que ocurre, es lo único que puede ocurrir. Más crisis y pérdida de rentabilidad social, además de la económica. En fin, buscando un vídeo que cierre este texto, encontré este que creo que vale la pena ver pero sobre todo escuchar. que al final de cuentas la pasión es lo que salva a cualquier prefesión sea el periodismo, el diseño o la biología marina y lo demás, es puro cuento.


 

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