Un proyecto en internet es en realidad una constante evolución. La red de redes se mueve a ritmo veloz y constante. Los cambios de hoy, fueron ayer y los de mañana tal vez sean los de pasado mañana.
Aunque no parezca, ya hemos recorrido un largo, sinuoso y no siempre confortable camino desde aquellos días en que el fenómeno de las bitácoras (blogs) amanecía con su furia arrasadora a estos tiempos en donde internet, como medio, cambió con la masificación de los teléfonos móviles, cambia con la irrupción / disrupción de Snapchat y cambiará por miles de razones, en dónde tal vez la mezcla de sustentabilidad económica real, credibilidad de los contenidos y de los emisores y la privacidad de los datos y la información, le den un nuevo giro a la red de redes. En realidad ya está ocurriendo este último. La característica tal vez intrínseca de internet sea el cambio perpetuo y la evolución en tiempo real. Cayendo y corriendo simplifica, de manera clara y precisa, el decir popular venezolano.
Ya llevamos navegando en la red diecisiete años, si tomamos como fecha de la popularización de la World Wide Web a 1990. Todo ha cambiado y lo seguirá haciendo. Podríamos hacer un repaso rápido desde aquél rudimentario Mosaic (siempre visto con los ojos desde este Fire Fox o Chrome), pasando por el iPod, iPhone y Blackberry hasta estas nuevas redes sociales que lo unen y desunen todo. Un recorrido veloz, apasionante y disruptivo, para lo bueno y para lo malo: en el intercambio de una cada vez mayor conectividad, rapidez y acceso a la información, lo estamos pagando con una mayor pérdida de privacidad que, la variable terrorismo, la exacerba en nombre de la seguridad a niveles muy complejos y que si se mira en profundidad puede convertirse en un lastre que termine por convertirse en el «argumento fácil» para no avanzar y no aprovechar los cambios tecnológicos que por otra parte son inevitables y sin idealizaciones ingenuas.
Después de todo sólo se conoce apenas el 5% del funcionamiento de nuestro cerebro gracias a las hoy de moda neurociencias, y nuestra mente tiene un desarrollo de pensamiento lineal condicionada por múltiples sesgos. La tecnología y su desarrollo en cambio es exponencial: sabemos muy bien donde empiezan un desarrollo, pero es difícil prever donde terminará. La tecnología no es en si una amenaza, sí lo son las mentes que le ponen fines y usos de control. Si alguien mata a otra persona a martillazos, el martillo, en cuanto tecnología, no es una amenaza; el descerebrado que lo utilizó para matar sí lo es.
La duda es un buen motor de arranque, al igual que la curiosidad, pero hay que evitar que se convierta en un lastre que nos haga avanzar como si tuviéramos el freno de mano puesto y mirando siempre el espejo retrovisor. Lo que era, ya no es y más en la era digital. Internet en tanto medio, su masificación y el verdadero asalto que hicieron los ciudadanos globales a ese medio y el intercambio de todo tipo que se realizó/realiza/realizará gracias a esta revolución, produjo la mayor producción de riqueza de la historia a todo los niveles y riqueza tanto presente como futura y en ese camino, además, modificó/modifica pautas de consumo en generaciones y más generaciones: se modifica el presente modelando el futuro próximo. Tal vez en esta carrera de cambiar mientras cambio en el beta permanente, el eje de la discusión se está centrando en de que manera ahora que esa riqueza se ha producido, la aprovechan / monetizan los que la crearon y no sólo los que la facilitaron. Riqueza por otro lado con base en lo intangible y que es en gran parte incuantificable. Bienvenidos al beta permanente.