GM Blog

13 de septiembre de 2016    Post #1243
Facebookistan, el país de la ignorancia

La ignorancia del algoritmo y la ignorancia masiva de las reglas que aceptamos sin leer ni conocer. La censura para algunos contenidos y el redireccionamiento de la publicidad según el perfil del usuario, una doble vara compleja de administrar para una empresa llamada Facebook que hace rato dejó de ser una red social. ¿O nunca […]

La ignorancia del algoritmo y la ignorancia masiva de las reglas que aceptamos sin leer ni conocer. La censura para algunos contenidos y el redireccionamiento de la publicidad según el perfil del usuario, una doble vara compleja de administrar para una empresa llamada Facebook que hace rato dejó de ser una red social. ¿O nunca lo fue?


captura-de-pantalla-2016-09-13-a-las-3-25-25-p-m

Una de las fotos icónicas de la guerra de Vietnam (La niña del napalm, tomada en 1972 por el fotógrafo y ganador del Premio Pullitzer Nick Ut) quedó en medio de una polémica entre la censura impuesta por los algoritmos y las reglas que impone Facebook a los contenidos publicados en su red y la reacción que se produjo en Noruega cuando Facebook censuró la publicación de esa foto mientras el escritor noruego Tom Egeland la compartía en una discusión en esa red.

Hasta aquí, una muestra de lo evidente: las reglas automatizadas y los algoritmos carecen en la mayoría de los casos de la sensibilidad y la sutileza necesarias para entender que esa foto, no era cualquier foto ni que transgredía las políticas de publicación de Facebook. Ahora bien, que la empresa decida bloquearle la cuenta al escritor noruego por reclamar ante la absurda censura y que luego también borren la publicación que hizo el diario noruego Aftenposten, el mayor de ese país, por apoyar en el reclamo a Tom Egeland; todo esto no creo que pueda señalarse como un error por más que Facebook se ha disculpado luego con argumentos muy poco creíbles aunque restableció la cuenta del escritor y la publicación original de ambos. Diarios en papel 1, Facebook 0.

Si se mira un poco más en profundidad este hecho muestra algunas cosas que deberíamos pensar muy bien hacia el futuro y también da muestra de algo que puede ser increíble: la propia Facebook queda atrapada en una bola de nieve que no vió venir, cuando ha visto miles y miles de esas bolas en otros casos. Tal vez antes eran bolas generadas por y para otros, pero ahora apeló a un evidente abuso de poder para detener aquello que sabe que hoy en día es imparable.

Pero tal vez hemos construido una ilusión tan cándida como equivocada: que interactuar en las redes sociales es gratis o a cambio de nada. Se sabe que en la economía de la atención nada es gratis. En la economía en general no lo es. Tal vez no hay una erogación de dinero, pero no por eso es gratis o sin costos. Los hay: en el «país más poblado del mundo«, no, no es China, es uno llamado Facebook (hace rato que dejó de ser una red social, tal vez nunca lo fue) en el que interactuamos a diario, allí en esa tierra sin fronteras visibles, hay un dilema central que no está resuelto: las reglas o leyes de ese «país» no sólo no las conocemos en profundidad y no sólo las aceptamos sin leerlas, sino que las creó, diseñó e implementó una sola empresa y tal vez el costo alto (¿oculto?) sea entregar demasiada información a cambio de esa sensación de gratuidad «ciudadana» líquida, distribuyendo enlaces o lo que cada uno quiera compartir.

Claro, nadie está obligado a registrarse e interactuar en Facebook y, al calificarlo de «país», hay una etiqueta un tanto pícara e hiperbólica, por que de hecho no es un país y sí es una herramienta en línea, privada y de acceso gratuito y, al ser privada, las reglas las pone su dueño. Pero al mismo tiempo en ese espacio virtual llamado muro, las conexiones y las interacciones que allí se establecen pasaron a ser, de alguna manera, un espacio público y esto trasciende a Facebook. En este sentido por su tamaño de conexiones sociales e indisimulable peso económico y de poder, tal vez no nos dimos cuenta que, sin pensarlo ni decirlo, los usuarios le dimos a Facebook un poder que no debería tener en sus manos: las reglas por las cuales se establece una definición de libertad de expresión en esa red, no las puede imponér al resto de la sociedad global por más que sea el dueño de ese espacio y que hoy, le guste o no, se ha convertido de alguna manera en público y aunque no se haya convertido en público, tampoco debería imponer esa definición tan trascendental. No hay que olvidar que lucra con nuestros perfiles de consumo al decidir colocar publicidad direccionada según el perfil de cada usuario. Y he aquí una paradoja compleja, mientras Facebook no pone filtros a esa publicidad que decide para cada uno de los usuarios, filtra determinados contenidos imponiendo una censura, como hizo con el escritor noruego Tom Egeland .

Una doble vara que seguro tendrá mi consentimiento al haber aceptado las condiciones de uso para acceder a Facebook y aquí radica el centro de la discusión: los usuarios y la dinámica comunicacional que se desató con la masificación de las herramientas en línea, hemos convertido a Facebook en otra cosa que ni siquiera los fundadores y dueños querían o creían que podría convertirse. Menudo lío en que nos hemos metido todos. No esta claro en que hemos convertido a Facebook, pero seguro que dejó de ser hace mucho tiempo una red social, ¿O tal vez nunca lo fue? Este documental en inglés llamado Facebookistan, tal vez ayude a sacar conclusiones.


 

Deja una respuesta

GM Blog