Uber cambió su marca. Tal vez esto es lo menos importante. Ni siquiera lo es la reacción del público, a favor o en contra. Lo central es entender cuál es el contexto movedizo en el cual hoy se mueven las marcas en el mercado.
A veces el tiempo crea futuro. Una marca es una construcción de esa huella. Esa marca o aquella otra o la de más allá está obligada a crearse ese futuro que edifica el paso de los tiempos. Parece un juego. No lo es. O si lo es, que más da. Lo importante – en todo caso – es que una marca hoy en día debe ir llenando un espacio proyectual en medio de la experiencia de consumo que se va proponiendo.
El diseño o rediseño de una marca está, como concepto, en un repensamiento continuo (o debería estarlo). Las marcas están cada vez más presionadas por los avances y cambios tecnológicos que modifican nuestra vida cotidiana y por ende un logotipo es una actor en nuestro entorno que evoluciona y a veces en medio de todo esto, las marcas quedan con una estética y un nivel de diálogo o conversación que las hace lucir obsoletas. Por más que su diseño formal no tenga la más mínima objeción técnica. Es la percepción. Eso es todo. Cambió el entorno, la relación con la audiencias o la experiencia de consumo y, algunas empresas, se quedan detrás por no haber tendido un puente al futuro buscando que la marca se cargue de valor y renueve sus vínculos (sobre todo emocionales) con el mercado.
No siempre es necesario un rediseño o un cambio radical en su forma gráfica, sino lo importante, es tener una estretegia que acompañe la evolución que se está experimentando en la sociedad. Esto trasciende a la resolución formal del diseño, en todo caso le da un nuevo marco para renovarlo, cambiarlo o incluso mantenerlo, por que tal vez lo que hay que cambiar es la estrategia y no el logo, por ejemplo.
El contenido es la audiencia. Las marcas son su público. No sólo su nivel de venta o posicionamiento. Los prosumidores marcan la cancha. Las personas son fieles a sus propios intereses o principios y se mantendrán más o menos fieles a las marcas que estén en relación directa con esos intereses y más allá de lo circunstancial. Después de todo las personas creen en ellas y en la ilusión, la emoción o la promesa que ofrecen, pero en esa delegación en esa entrega de confianza, la credibilidad se quita tan rápido como se entregó. Por otro lado la construcción de ese futuro pasa también por construir enamorados de la marca y no sólo consumidores. En este contexto el cambio de logotipo de Uber tendrá más o menos relevancia si logra construir hacia adelante un diálogo con audiencias que estén enamoradas de su servicio logrando poner en valor la idea de ubicuidad y adpatación cultura. Después de todo Uber no tiene ni un sólo taxi en sus activos físicos. Es la percepción, estúpido.