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22 de septiembre de 2016    Post #955
De los dispositivos a las personas

La ventaja competitiva que da un avance tecnológico, puede terminar en la próxima disrupción o en más de lo mismo. O puede mantenerse por la evolución y la adaptación que permita aprovechar aquella disrupción si las personas son el centro de esa ventaja competitiva. Diseñar, más que nunca, es un proceso. El diseño es un […]

La ventaja competitiva que da un avance tecnológico, puede terminar en la próxima disrupción o en más de lo mismo. O puede mantenerse por la evolución y la adaptación que permita aprovechar aquella disrupción si las personas son el centro de esa ventaja competitiva. Diseñar, más que nunca, es un proceso.


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El diseño es un proceso. Hoy, la tan de moda innovación, también lo es y, en tanto proceso, el diseño realizado por personas (y para las personas) tiene todos los condimentos de una paradoja: la simplicidad es parte de la complejidad. En realidad es (la simplicidad), un lugar adonde se llega y no donde se inicia el proceso. La complejidad en el inicio del proceso se da por cuatro ejes muy marcados y que no siempre tienden a confluir, en realidad están muy lejos de hacerlo por que es un proceso realizado por personas, no por algoritmos.

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La confluencia de estos cuatro ejes es parte del mismo proceso o es el proceso en sí mismo. La decantación o filtrado de información luego de iniciado el proceso de diseño, permite alinear estos cuatro ejes que se encontrarán en el medio del proceso de diseñar para las personas y que requiere/implica el esfuerzo de encontrar soluciones a necesidades y que al mismo tiempo sean deseables (que un otro lo quiera), que sean viables en lo económico y posibles de realizar utilizando algún tipo de tecnología, creada o por crearse. De la intersección de estas variables comienza a nacer la innovación, además de las musas que ese día nos visiten. La innovación requiere de más sudor, no tanto o sólo de inspiración. Llegar a un modelo mínimo escalable y que por ende permita la replicabilidad requiere de una gran dosis de empatía y de trabajo en equipo para lograr ordenar el proceso de desarrollo y enfocarlo.

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La velocidad del cambio tecnológico por momentos – ya sea por percepción o por realidad – es abrumador. El diseño tiene cada vez más nutrientes que aportar en este cambio permanente que es impulsado por una combinación de factores que han modificado el escenario en el cual se desarrolla la comunicación. Diseñar en la era de la hiperconexión centrándose sólo en las cosas, en la conexión a los dispositivos, puede ser el árbol que no permita ver el bosque: en realidad hay que diseñar centrados en las personas. Simple de decir o escribir, difícil de aplicar. Lo previsible puede ser la disrupción ya que sabemos que todo seguirá cambiando pero, al mismo tiempo, tal vez nos empecemos a percatar que en realidad sobran y hasta nos abruman las plataformas de conexión donde el diseño, la tecnología y los modelos de negocios se combinan, muchas veces, conspirando contra el propio usuario convirtiendo en complejo aquello que debería ser una simple experiencia para el usuario. El proceso de diseñar basado en las personas puede aplicarse a múltiples proyectos y de toda índole. No es una fórmula, ni es un mantra al que hay que muchas veces se repite más por fe que por convicción. Es una forma de pensar un proceso proyectual para que desemboque en soluciones más eficaces y donde el diseño puede aportar todo su potencial en un equipo multidisciplinario donde cuantos menos pasos tenga ese proceso de desarrollo más eficiente y enfocada debería ser la resolución final.

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Los dispositivos son parte de una evolución tecnológica donde la eficiencia dicta los cambios por los cuales fuimos pasando de la piedra, al papiro, luego al pergamino, para llegar al papel y ahora a las pantallas digitales. La economía de la atención en la que estamos inmersos obliga cada vez más a centrarse en las personas y no tanto en los dispositivos. Al final de cuentas, y más allá del cambio tecnológico, si las personas no adoptan los cambios, los dispositivos se convierten en chatarra.


Fuentes:

lawsofsimplicity.com

www.kpcb.com

designthinking.es

accenture.com

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