Aquello que era ya no es. El mapa de la comunicación se moldea al calor de la tecnología que pone en manos de los ciudadadnos la posibilidad de informar y que determinó el fin de una forma de hacer, diseñar y producir infomación en la era de la pos comunicación.
Hoy es muy fácil decirlo, suscribirlo o afirmarlo sin que nadie se atreva a cuestionar este inciso. El filósofo francés Jean Baudrillard se atrevió a escribirlo, tal vez contra corriente, en su Réquiem for the media en 1972 ¿Un adelantado?, puede ser; más bien tal vez haya sido uno de los grandes pensadores filosos y de gran calado a la hora de mirar el paisaje mediático de la sociedad. Un crítico lúcido que tal vez inspiró a otros más actuales. El escritor americano Bruce Sterlin, con su escrito Dead Media Manifiesto, deja reflexiones profundas en su réquiem a los medios. Tal vez lo que más se extraña de Baudrillard, una de las voces más duras y demoledoras que se podían leer y escuchar en la postmodernidad, es la posibilidad de mirar y pensar este devenir insoslayable en base aquello que el enunció en el pasado. Aunque mucho se agradece a Manuel Castells:
La era pos que estamos transitando es aquello que ocurre todo el tiempo en el pasado. Borges escribió sobre la lluvia uno de sus mejores poemas jugando con los tiempos. La era pos comunicación, aplicada al desarrollo de productos informativos, tiene la velocidad constante de la luz al cristalizar los cambios y la demoledora presencia insoslayable de la perpetuidad de los mismos, que empezaron el día que ARPANET dejó de ser una red militar estadounidense y se masificó para convertirse en la Internet de nuestros días.
La era pos impone más que reflexionar sobre los cambios en la comunicación. Nos impone asomarnos a mirar de que manera asumimos el nuevo escenario en el que se produce la información donde las audiencias/lectroes/mercado/ciudadanos tienen mucho más que decir sino que son parte indisoluble de ese nuevo proceso informativo. Sólo basta con mirar, aunque más no sea de reojo, el nuevo consumo de medios y nos daremos una idea de la profundidad del cambio que muchos medios no se atreven a mirar de frente, no quieren hacerlo o no ecuentran como hacerlo, y no es para menos; tal vez se trate de empezar a producir contenidos y diseñarlos de una manera que nunca hemos visto antes por que la vieja superstición de que «Sin papel no hay periodismo», ya no tiene ningún sentido. El periodista español Bernardo Gutiérrez no pudo haberlo escrito mejor, por que eso «piensan los que fabrican noticias como siempre lo hicieron».
Las redes son personas. Gran parte del consumo de noticias y el relacionamiento esta allí, casi como un mandato de la era pos conusmo analógico de información donde la movildiad y la hiperconexión digital dictan las nuevas normas. Las audiencia son glocales en función de sus intereses públicos que la geografía no logra determinar ni delimitar, tal vez en realidad nunca pudo hacerlo desde que el mundo quedó interconectado en la sociedad de la información compartida, producida y consumida casi al mismo tiempo en un medio ambiente mediático donde todo se hace público. Un todos incluído global, abierto, participativo y de construcción diaria. Pero nada es perfecto ni tan maravilloso en la era pos. Las redes son cada vez más concentradas. La competencia no existe entre redes ni buscadores. Google birlla en su monopólica presencia, Facebook fagocita todo a su paso sin contendiente que se le anime y Twitter reina con su dictadura de los 140 caracteres y no tiene a la vista otro limitador de la brevedad. Paradojas del mundo abierto, participativo, digital y social, casi un lastre de la era de la comunicación anlaógica e industrial.